Pienso en ti
Cuando dejo caer mi humanidad en la arena cálida que elude al tacto y
reposo con la mirada fija en el firmamento. Cuando la brisa del mar me susurra
al oído tus recuerdos con nostalgia y las estelas, desde la orilla, me guían hacia alta mar, donde se vislumbra a una sirena de facciones anónimas y silueta geométrica. Cuando
pienso: cuánto la siento.
Pienso en ti
Cuando, en el estío, deambulo por los senderos del bosque, guiado por la
luz de un astro que ilumina sin abrasar. Cuando mis ojos y mis pasos rebeldes,
carentes de ritmo y métrica, se pierden entre los olmos y las margaritas.
Cuando en el silencio y la calma de la estancia escucho tu voz, que callada,
habla melodiosa, sublime y omnipresente. Cuando el riachuelo que arrastra las
efímeras flores de loto y se enfrenta al verdor de la estancia, discurre desde
mi mente hasta la tuya y me dice: cuánto la recuerdo.
Pienso en ti
Cuando camino por mis efemérides escarlatas y recuerdo aquellos sucesos que
embadurnan las pasiones que de mi ser y mi no ser emanan. Cuando nos desnudamos
con solo vernos, desde el cuerpo hasta la conciencia. Cuando me veo arrodillado
frente a ti, posando mis labios entre tus pies, recorriéndolos con poesía.
Cuando, sujeto a tus tobillos, me aproximo a tus piernas y voy ascendiendo con
delicadeza entre los recodos más artísticos de tu piel tersa. Cuando me
aproximo a tu torso y bordeo tu cintura, los paréntesis inversos que conducen
mi osada mirada al horizonte que se dibuja en dos medias esferas firmes,
cautivadoras y perfectas. Cuando en aquellas, mi lecho celestial, recuesto mi
cabeza y dejo caer mis sentimientos y pasiones que se colocan y resbalan por
tus milimétricas perfecciones que te esbozan tan fémina. Cuando, aún mimado por
mis dos etéreas perdiciones, monto el dorso de mi mano en tus mejillas y las
acaricio con lealtad, apacibilidad y sumisión. Cuando continúo paseando mis dedos
por tu cabellera, abordándola con superlativo frenesí. Cuando, enseguida, sin
perder el hilo del teatro que escenifico en ti, elevo mi vista hacia tus verdes
luceros en los que me pierdo y me encuentro una y otra vez. Cuando en ellos te
veo plena, desde los pies hasta el alma y cuando en ellos encuentro mi mundo,
encuentro tu mundo o encuentro que el mundo eres tú. Cuando me detengo y
reflexiono: cuánto la necesito.
Pienso en ti
Cuando, con los ojos abiertos, estoy en el planeta Tierra que se muestra
conquistado por Brasil. Cuando Brasil me sabe a Río y cuando Río me sabe a ti.
Cuando los cierro y te sueño, te pienso y te vivo porque quiero, pero sobre
todo porque te quiero. Cuando lo siento: eres la más adorable omnipresencia que
embarga mi existir. Cuando te trazo: eres mi todo, mujer, eres mi todo. Cuando
te tengo y no te suelto; cuando imagino y te contemplo: eres mi vida, mujer,
eres mi vida.
Pienso en ti
Cuando advierto que eres mi yo y cuando digo que te quiero y te miento
porque delimito lo ilimitado, califico lo incalificable y defino con humanidad
lo divino.
Imagen: Dans le Lit, le Baiser - Henri de Toulouse-Lautrec

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